jueves, 5 de febrero de 2009

Los límites, ¿Para que sirven y porque es tan importante ponerlos?

Los límites cumplen la función de organizar la necesidad imperiosa de los chicos de satisfacer inmediatamente sus demandas. Juegan un rol fundamental en la formación de la personalidad y la estructuración de la conducta. Posibilitan una regulación sobre sus actos y con la ayuda de los adultos les permitirá incorporar normas y valores. Esto contribuye a que el niño vaya conformando una estructura interna que le permita posteriormente, controlar sus propios impulsos. Y les enseña a esperar.

La familia proporciona en un primer momento esa estructura estable para que luego cada individuo pueda ejercitar su libertad, no es sin eso. No se trata de que cada uno hace lo que quiere, por eso hablamos de la necesidad de límites.

Los límites tienen mala prensa, ya que suelen estar asociados a la inhibición, la censura o la represión. Pero, esto no es así ya que un encuadre claramente limitado permite accionar con libertad, dentro de un espacio, la persona se siente contenida, sin temor y se puede expandir su creatividad. Por lo tanto el límite también puede ser posiblitador, habilitante y, por supuesto, contenedor. Sin una plataforma de sostén, no hay crecimiento posible.
Los padres no son los amigos de los hijos, hay cierto orden de autoridad que se debe mantener, sin confundirla con autoritarismo.
Existen dos extremos: por un lado principios rígidos, que no se ajustan a los cambios y por el otro no dar ningún tipo de orientación, donde las cosas se nos irían de las manos, y los chicos quedan a la deriva. Y como sabemos ningunos de los extremos son buenos, la cuestión es poder llegar a un equilibrio.
Los padres tenemos que ser capaces de decir que si o que no con firmeza. El “No” es un término muy importante en la vida de los niños, pero no por ello tenemos que emplearlo de manera excesiva. Emplearla para impedir situaciones de peligro y para establecer normas.

En varias ocasiones los padres han manifestado tener miedo por la reacción enojo, rebeldía o llanto que los chicos pueden llegar a tener. Les preocupa que la frustración, consecuencia del límite, les provoque algún daño. La existencia distintos criterios entre los padres y la comparación de los chicos hacen respecto a lo que sucede en otras casas, por ejemplo, “pero porque yo no puedo si a María la dejan”, puede generar en nosotros la duda si esta bien o no lo que estamos haciendoi.
Es útil tener presente que no es necesario estar de acuerdo en todo con la pareja, pero lo importante es que exista un piso común construido a partir del respeto hacia el otro y la responsabilidad común que tienen ambos progenitores en relación con la crianza de sus hijos.
Ya que poner límites es un trabajo necesario, y requiere dedicación.

Considero de suma utilidad participar en intercambios con pares a los que le suceden las mismas cosas. Contribuir a generarlos en los ámbitos escolares o sociales; informarse lo más posible sobre formas de intervención familiar y/o institucional que se utilizan; fortalecerse como pareja y si se está solo/a con amigos/as en actividades gratificantes que ayuden a sostener el gasto de energía de criar a los hijos; y pedir ayuda profesional cuando las cosas se escapan de de las manos.

Lic. Claudia Judkowsky